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Al margen de la maternidad

 

Basta con mirar un típico árbol genealógico para ver como ha disminuido de forma sorprendente el tamaño familiar promedio al pasar del tiempo. Para nuestros abuelos y sus ancestros, el tener seis hijos o más era común y el empezar una familia a los 16 o 18 años no tenía nada de malo. De hecho, era normal entre estas generaciones tener una familia numerosa a temprana edad. Pero hoy en día es escandaloso pensar en tener más de dos o tres hijos, y ridículo querer ser madre o padre a los 16 años. Dado los inmensos cambios culturales que han sucedido a lo largo de los años, una familia numerosa ya no es vista como un gran logro sino más bien como una barrera que te impide alcanzar tus metas. Y con esto ha surgido una creciente motivación a tener menos hijos para producir y disfrutar más.

 

Camila, una estudiante de la Universidad de los Andes y fuerte creyente de la iglesia católica, es una de las jóvenes que piensa que tener un hijo a una muy temprana edad es un tiquete VIP al del círculo de pobreza que cada vez es más grande. Fue así como Camila, a sus 16 años y cursando su último año de colegio, decidió realizarse un aborto.

 

Entre la población de mujeres colombianas entre 15 y 55 años, una de cada cuatro admite haberse realizado un aborto alguna vez y del grupo de menores de 19 años que han estado embarazadas, una de cada dos declara haber realizado una interrupción voluntaria a su embarazo, según las OMS. Pero, ¿realmente que tan nuevo son los procedimientos abortivos? Según una encuesta realizada en Brasil, Colombia y México en 1960 por el Instituto Alan Guttmacher, las mujeres tenían un promedio de uno a dos abortos inducidos a lo largo de su vida reproductiva.

 

Los embarazos adolescentes y no deseados también son más comunes de lo que comúnmente se cree. Según la OMS (organización mundial de la salud), se estima que cada año de los ochenta millones de embarazos a nivel mundial, veinte millones no son planeados, es decir, 2 de cada cinco embarazos. En Colombia, hay 89 embarazos no planeados por cada 1,000 mujeres en edad reproductiva y esta tasa varía ampliamente entre las cinco principales regiones del país. Por ejemplo, es de 67 por 1,000 en las regiones Central y Oriental y llega a ser cerca del doble en Bogotá; 113 por 1,000. Mundialmente se interrumpen 46 millones (58%) de los embarazos y 19 millones de estos abortos se realizan en países donde es ilegal la terminación voluntaria del embarazo.

 

“Para salir de la duda decidí comprar una prueba de embarazo casera de las que venden en las droguerías y esperar los 5 minutos que dicen en las instrucciones para ver el resultado. Es una espera eterna que nadie la entiende si no la ha vivido. Después de este tiempo, en la prueba casera una de las líneas del resultado era muy clara, mientras que la otra no; por esto decidimos con mi novio ir al día siguiente a realizarme una prueba de sangre en un lugar que queda cerca a mi casa en el centro de Bogotá. Esa noche fue horrible porque no pude dormir pensando en mis papas, mi familia y mi futuro lo que hacía de esta situación algo peor.

 

Al día siguiente fui a realizarme otra prueba de embarazo pero esta vez de sangre. Al ver el resultado era POSITIVO. En ese momento lo único que pude hacer fue pensar en cómo se iba a derrumbar mi vida, el tener que renunciar a mis metas y mis propósitos de vida. Cuando finalmente me calmé, en mi cabeza solo había una respuesta, no podía tenerlo, no podía sentenciar mi futuro criando a un niño, ¿cómo iba a criar a un bebe si yo ni siquiera había dejado de ser una niña?.

 

Después de darle muchas vueltas al asunto, compramos el periódico El Espacio, porque en este salen avisos como: < ¿Tiene retrasos? Nosotros le ayudamos, no importa el tiempo>. Anotamos varias direcciones y números de teléfono de estos sitios. En esa época, hace 5 años, costaba alrededor de unos 250.000 pesos para el tiempo que yo tenía, que era alrededor de un mes. El día siguiente falté al colegio, y junto con mi novio fuimos a un lugar que quedaba por la Caracas. Solo me acuerdo que quedaban muchas casas de empeño y en medio de ellas había una puerta con una dirección muy grande, que era la que estábamos buscando. Lo que pasó después de entrar al lugar es como si hubieran sido pocos segundos. No me acuerdo mucho del sitio solo que era en un segundo piso, y había una muchacha en un escritorio. Recuerdo con claridad que al lado de mi novio había una pareja de unos 35 años que parecían muy relajados.

 

No sé cuánto tiempo pasó, supongo que no mucho antes de que la mujer me invitara a pasar donde la "doctora", pero más cara de doctora tenía yo. El cuarto solo tenía una camilla plateada y un baño. La señora me dijo que me hiciera como en una citología, no era capaz de mirarla, yo solo miré el techo. Nunca supe que fue realmente lo que ella me hizo, pero al final sentí unos cólicos muy fuertes. Aun así, yo no pensé en el dolor, sino en lo que iba a pasar cuando saliera de ese lugar. Después de varios minutos, la señora me dijo “listo te puedes vestir”. Cuando me levante me dolía mucho la parte baja del estómago, y la única indicación que me dieron fue que usara una toalla higiénica. Cuando llegue a mi casa solo quería acostarme a dormir, la angustia ya no era la misma, estaba más tranquila, y ese frío insoportable ya se había ido.”

 

Chile y Uruguay son los únicos países de América latina donde el aborto está prohibido bajo cualquier circunstancia. A diferencia de estos, desde el 2006 en Colombia existen tres situaciones específicas bajo las cuales es legal realizar una interrupción voluntaria del embarazo gracias a la sentencia 355 de la Corte Constitucional de 2006. Estos son: i) en caso de embarazo producto de una violación, ii) cuando existe peligro para la salud física de la madre y iii) cuando el feto posee graves problemas de salud y posibles malformaciones.

 

Son numerosas las razones por las cuales las mujeres deciden realizarse un aborto que van más allá de las aprobadas en la legislación colombiana. Se estima que una tercera parte del total de mujeres que tienen un aborto ilegal desarrollan complicaciones que necesitan tratamiento en una institución de salud. La tasa de complicaciones en las mujeres pobres del medio rural es la más alta de todos los subgrupos (53% vs. 24–44%). Desafortunadamente, una quinta parte del total de mujeres que sufren complicaciones postaborto no reciben tratamiento alguno; y esas mujeres no tratadas son especialmente propensas a sufrir consecuencias de largo plazo.

 

“Después de ese mi vida siguió normalmente, y esto quedó solo como un vago recuerdo. A esa edad me prometí no volver a hablar del tema y hacer como si nada hubiera pasado. A pesar que tengo muy claro lo que hice, no fue una mala decisión, la verdad siento que haberlo realizado me salvó de un futuro incierto. Fue como volver nacer aunque nunca lo volvería a hacer.”

 

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