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Menores que entran a discotecas.

 

María es una niña de 17 años, esta bailando y celebrando el cumpleaños de una amiga en un “chuzo de la 85” tomando alcohol. Esto podría parecer una situación imposible ya que es menor de edad y no debería haber forma alguna de que ella pudiese ingresar a bares o discotecas ya que es ilegal. Sin embargo, cabe preguntarse ¿cómo llego María allí? Fácil, explica ella, con contraseña falsa y el respaldo. Días antes María fue con un par de amigas a la registraduría del centro luego de que unas compañeras del colegio les contarán que en ese lugar siempre había un señor afuera que era el encargado de “la vuelta”. María recuerda la sensación de miedo y angustia previa puesto que todas sabían que no era legal lo que estaban por hacer.

 

Una vez llegaron al lugar, identificaron al señor que estaba parado frente a la entrada de la registraduría. Se dirigieron a él temerosamente y le preguntaron como podían hacer para tener una cédula. El señor pareció hacerse el que no sabia y les dijo que tenían que entrar y mostrar la tarjeta de identidad vencida y pues claramente ser mayores de edad. Les tocó entonces olvidar la pena y preguntarle que podían hacer si ninguna era mayor pero querían tener una contraseña. Después de una larga insistencia el señor, Gustavo, les dijo que costaría veinte mil pesos la contraseña con el respaldo, es decir una tarjeta de identidad también falsa. Aceptaron y se dirigieron a su oficina, un lugar en donde toman las fotos para las cédulas, situado en un edificio grande y allí escribieron sus nombres en un papel. El trámite demoraba una hora y podrían regresar a este mismo sitio después de recibir la llamada de Gustavo. Después de la larga espera, las tres niñas se dirigieron al lugar. Allí el les mostró las tan anheladas contraseñas con el respaldo de la tarjeta de identidad, ambas con las fechas de nacimiento alteradas. Cada una había traído su respectiva foto que pegaron con la ayuda del señor después de haber puesto su huella en el espacio respectivo. Ahora con estos documentos se sentían grandes y pensaban que podrían entrar en cualquier lugar para rumbear y comprar alcohol donde quisieran.

 

Sin embargo, después de haber pagado veinte mil pesos cada una, María y sus amigas intentaron entrar a varios lugares donde en muchos les respondieron que esos eran documentos falsos pero aún así las dejaron irse tranquilamente. En teoría, estos adultos saben que es un delito pero ninguno dice o hace nada al respecto, sólo se protegen a sí mismos al prohibirles la entrada en su establecimiento. Pero no en todos los lugares es igual, en otros las dejan entrar incluso sospechando que es falso.

 

Pero este delito no sólo se conoce a nivel de las contraseñas falsas sino también con las cédulas falsas. Daniel es un joven de 16 años que compró una cédula falsa. Esta es más cara, 200 mil pesos, pero “valen la pena porque es más confiable”. Daniel la utiliza sólo con fines de diversión, es decir para entrar a discotecas y comprar trago. Pero este negocio de cédulas falsas no se queda sólo en el ámbito de la diversión. Otras personas pueden pedir cédulas no para pasar como mayores de edad sino para sustituir la identidad de otra persona y por ejemplo abrir cuentas bancarias y facilitar el tráfico de personas.

 

Este es un negocio muy rentable y que es conocido incluso por los mismos policías. Pero, ¿qué dicen ellos al respecto? Comentan que es muy común esta falsificación de documentos y que no sólo se limita a cédulas y contraseñas sino también a licencias de conducción, diplomas, pasaportes, entre otros. Al parecer el proceso es largo y esto puede ser una explicación de porque este “negocio” continua a través del tiempo. El policía Mauricio Hernández comenta que puede que se vea que el documento presentado es falso pero no se puede hacer nada en el momento. Este documento tiene que pasar por el perito pertinente para comprobar su falsedad y luego llevar esto a instancias de la fiscalía para poder proceder a la captura bien sea del portador del documento o de quien lo fabricó. El proceso del falsificador esta en manos del CTI (Cuerpo Técnico de Inteligencia) o de la Sijin (Seccional de Investigación Criminal). En otras palabras... el proceso es tan lento como la captura de los involucrados.

 

Según el Código Penal Colombiano la persona que falsifica documentos se le puede castigar con tres a seis años de prisión y a quien lo porta entre cuatro y doce años; esto bajo el delito contra la fe pública y el artículo 242 bis y 286. De igual forma, como este delito es cometido en cierta parte por menores de edad, la culpabilidad es compartida con los padres del menor cuando son mayores de 15 años. En el caso de ser menores la responsabilidad recae completamente sobre sus padres. Así mismo, como lo explica el abogado penalista Juan José Mendieta las instituciones que permiten el ingreso de menores podrían verse penalizados con el cierre definitivo del lugar.

 

La registraduría procura los siguientes datos, en el año 2008 se producían cincuenta cédulas falsas diariamente, en el año 2010 se llevaron a cabo 1596 condenas por falsedad de documentos públicos y privados. Sin embargo, la registraduría reporta pocas denuncias sobre las contraseñas falsas y como lo dice la Registradora Distrital de Bogotá, Adela Luz Ramírez Castaño, los que más están involucrado en esto son los jóvenes a partir de los 14 años.

 

Según esto las posibilidades que capturen a María, sus amigas y todos los jóvenes colombianos que portan documentos falsos para poder entrar a discotecas y tomar alcohol, son mínimas. Esta normatividad de protección a los menores se ve incumplida por los mismos adultos que se lucran mediante la falsificación de documentos entregados a menores de edad poniéndolos en peligro. Este “negocio” persiste por la ineficacia de las instituciones relacionadas tanto las discotecas, los proveedores de alcohol como las instancias de control de estos delitos hasta las familias de estos jóvenes que desafían las autoridades que los rodean. Finalmente, cabe también cuestionarse amargamente que clase padres permiten este porte de documentos falsificados o que clase de valores frente a la honestidad enseñan estos a sus hijos.

Destacados

1596 condenas por falsedad de documentos públicos y privados en el año 2010.

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